@Francisco_Jaen
Me cuesta hablar de mí mismo, pero supongo que algo tendré que decir. Siempre he sentido fascinación por el futuro y sus posibilidades. Desde niño he admirado a los grandes maestros de la ciencia ficción. Me he maravillado ante «La máquina del tiempo» de H. G. Wells, el «1984» de George Or
May 12, 2019 Chapter 1
—Tranquilo muchacho, no tienes que preocuparte por este interrogatorio, sabemos que eres un buen chico. Algo desorientado, pero un buen chico. Soy el inspector Puebloviejo, y tan solo quiero que me expliques cómo has averiguado que en el 2019 va a darse un nuevo régimen político en España. Pero no me vengas con esas historias tuyas de cuadraturas, ni con chorradas de la bruja Lola. ¿De acuerdo?
—Bueno... Está bien. Verá usted, inspector Puebloviejo, soy un agente de los Estados Unidos de Europa. De la Europa del 2067, en misión oficial en el 2018.
—¿Y en qué consiste esa misteriosa misión, muchacho?, ¿en tocarme los huevos? ─le preguntó enrojeciendo paulatinamente su rostro, con cada palabra que pronunciaba.
—Está todo en mi novela, inspector. Ahí tiene todas las repuestas que está buscando.
—O sea, has venido desde el año 2067, para escribir una novelita de mierda que no se ha leído ni el Tato. ¿Es eso lo que quieres decirme?
—No exactamente, señor inspector. Lo importante es que va a leerla alguien que, al hacerlo, dará un giro a su vida, y eso cambiará los destinos de Europa.
—¿Ah sí? Mira muchacho...
En ese momento un mensaje de WhatsApp interrumpió al comisario. Abandonó la sala del interrogatorio. Y al regresar, vino de muy buen humor, desafiándole a que, ya que venía del futuro, le dijese quién iba a ganar las próximas elecciones, porque él ya lo sabía, y sería una demostración clara de que su explicación no se sostenía por ningún sitio.
—Inspector Puebloviejo, créame no estamos en los años treinta. Ese partido no puede ganar las elecciones.
—¿Ah no? Para venir del futuro, muchacho, no te enteras de nada. En los años treinta, como ahora, basta con hacerles creer lo que queramos, para que voten lo que queramos que voten.
—¿A qué se refiere?
—A que con darle un susto a alguien, y hacer creer que han sido los otros, y dar la machaca en los medios pintando a los otros como unos monstruos... Creo que con eso bastará. ¿Lo entiendes ahora muchacho, o necesitas que te haga un plano?
—¿Así que fue usted? Ya me podéis devolver a casa ─le dijo a su reloj, mientras el inspector fruncía el ceño. Y de repente, desapareció ante sus ojos, sin más, dejándolo con la boca abierta.
Necesitó de unos minutos para volver en sí. Cuando se recuperó del «shock del futuro» pensó en que, después de todo, al final tendría que leer la puñetera novela.
*****
Algunos meses más tarde, aquella novela volvió a su mente. En Madrid iba a celebrarse un partido de fútbol que le recordaba un poco a lo sucedido en uno de sus capítulos. Así que decidió reanudar la búsqueda de Andrés Riera.
—¿Recuerda cuando en la novela se describe un concierto de Sabina, al que asiste Andrés Riera, en un estadio de la Argentina, ante seguidores del Boca y del River, y que las "boquitas", las animadoras del Boca, actuaron como teloneras, causando cierta crispación en el ambiente, que luego ellas mismas "calmaron"?
—Sí, inspector Puebloviejo. Pero comprenderá que, como mujer, no tenga muy buena opinión de lo que se describe en ese capítulo. Es pornografía. Deberíamos detener a ese cerdo satirongo sólo por eso.
—Agente Gema, en ese caso, tendríamos que detener a todo el que escribe escenas subidas de tono... Pero de lo que quería hablarle es sobre que este domingo tendremos un partido de fútbol en Madrid, entre el Boca y el River.
—¿Y cree que eso tiene relación con la novela? No acabo de entenderle bien, inspector.
—Pues claro, ¿no lo ve? En la novela se habla de un cantante que pongamos que habla de Madrid, de las aficiones del Boca y del River, de un estadio... Así que quiero que averigüe si las boquitas están en Madrid. Si es como en la novela, serán doce chicas. Y por supuesto, si Sabina irá a ver el partido. Si se da alguna de estas coincidencias, manténganme informado de los movimientos de estas personas. Y sobre todo, quiero saber si Andrés Riera asistirá al partido. Si lo intenta, deténganlo. Y por el amor de Dios, quítenle ese reloj, o lo que quiera que sea, con el que se comunica con... Con vaya usted a saber quién. ¿Alguna pregunta?
—Con el debido respeto señor, es sólo una novela.
—Vi desaparecer a ese hombre ante mis ojos. Seguramente lo de los viajes en el tiempo es una milonga. Quizás se trate de una novedosa tecnología de algún gobierno extranjero, con la que facilitan la invisibilidad a sus espías, en momentos de apuro. Pero por eso mismo, no puede ser casualidad que en su novela se hable de un evento tan parecido, al que tendremos en Madrid este fin de semana. No es sólo una novela, agente Gema.
*****
Hubo un gran revuelo en Madrid aquel fin de semana, pero Riera no apareció. Parecía haber desaparecido de la faz de la tierra, y el comisario Puebloviejo tenía otros problemas a los que enfrentarse. Le acusaban de formar parte de una trama de corrupción política. Un asunto con el que jamás pensó que podía encontrarse a Andrés Riera. Pero así fue. El día de su declaración, la fiscal le sorprendió con las últimas preguntas de su interrogatorio.
—Señor Puebloviejo. ¿Espió usted a un tal Andrés Riera, que afirmaba ser un agente de los Estados Unidos de Europa, de la Europa del 2067?
—Sí, así es, señora fiscal.
—¿Con qué fin?
—El CNI me encargó averiguar cómo supo que iba a iniciarse una grave crisis económica a finales del 2008. O cómo sabe, porque el común de los mortales esto no lo sabe, que la crisis durará veinte años. O por qué afirma que en el 2019 se dará un golpe de estado en España. Que es algo que tampoco sabe la gente, pero que ocurrirá. Y algunas cosas más de este estilo, que han puesto de los nervios a algún pez gordo, ¿sabe? Va aireando todo esto por ahí, y claro...
—¿De veras? Bueno, ¿y a qué conclusión llegó usted al investigar todo este curioso asunto?
—Cuando desapareció delante de mí en un interrogatorio, me convencí, señora fiscal. No es alguien de este mundo. Por lo que no descarto que pueda tratarse realmente de un agente de la Europa del año 2067, que pretende asegurarse que su país pueda existir ─palabras que fueron seguidas de un murmullo.
—¡Orden en la sala! ─exclamó el juez─. Señora fiscal, no nos interesa saber a qué conclusión llegaron. No estamos juzgando eso. Señor secretario, le insto a borrar del libro de registro la última pregunta, y la respuesta del señor Puebloviejo. Así como que se elimine, de la grabación de este juicio, todo lo referente a ese tal Andrés Riera.
—Pero Señoría... ─protestó tímidamente la jefa de la fiscalía, en un vano intento por retomar aquel extraño asunto del que nadie había oído hablar antes, mientras el público aumentaba los decibelios de su murmullo.
—¡Orden!
*****
El viejo comisario no se dio por vencido, movió todos sus hilos en las altas esferas, y algún tiempo más tarde pudo mantener una conversación en privado, de hombre a hombre, en la cafetería de una gasolinera próxima al aeropuerto, a la autopista, a la estación de tren, y hasta a una estación de autobuses. Estaba claro que el plan de Andrés Riera era desaparecer, después de aquella charla.
—Como ya le dije, inspector, soy un crononauta.
—Sí, eso ya lo sabemos. Lo que quiero decir es ¿a qué te dedicabas antes? Es decir, en el futuro.
—Soy historiador.
—¿Y no es una misión demasiado arriesgada para un ratón de biblioteca?
—En mi tiempo sólo era un profesor de historia. Aquí, inspector, soy un profeta ─le dijo, al tiempo que le dirigía una mirada fija y desafiante─. Además, me seleccionaron también por el aspecto entre Mercurio y Neptuno en mi carta astral.
—¿En el futuro utilizarán la astrología en los departamentos de recursos humanos?
—Sí, así es.
—¿Y qué significa ese aspecto?
—Es algo que suele darse entre los escritores. Necesitaban un informe detallado de todas mis observaciones. Tengo buena memoria. Así que no necesito la grabadora que usted lleva ahora mismo, discretamente, en el bolsillo derecho de su chaqueta... ¿Sabía que grabar una conversación privada, sin permiso de su interlocutor, es un delito, inspector? ─dijo antes de levantarse, hacia cualquier dirección que sirviese para despistar.
Ya en el coche, de vuelta a la comisaría, el debate seguía siendo qué hacer con Andrés Riera.
—Estoy ya hasta cierto sitio de Andrés Riera. Este tema hay que solucionarlo ¡YA!, ¿queda claro?
—Lo entiendo señor comisario. Pero este individuo es uno de esos que no hay manera de domar, ni de doblar, ni de domesticar. Por eso le dije hace tiempo que la única solución era eliminarle.
—¿Eliminarle? Demasiado tarde. Ahora no podemos hacer eso. Hay que pensar en otra solución.
—¿Por qué no? Nadie le echará de menos.
—Le convertiremos en un mito. Y entonces todo el mundo querrá leer su estúpida novelita.
—¿Y qué?
—Veo que no la ha leído. Si todo el mundo la lee, si todos acceden a astromundial.com/novelas.php, y solicitan una copia, todos sabrán que...
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